Reto 2: perdido.
Aquella noche vi que una estrella caía del oscuro cielo nocturno, cerca había un arco de piedra...
Miraba las llamas que titilaban y se movían en la chimenea. De algún modo me sentía hipnotizado por ellas y no podía dejar de observarlas, aunque ya sentía el calor en la cara. Mis pensamientos fluían mientras tanto, rememoré cada detalle de lo que había sucedido hasta llegar a ese momento.
Mi nombre no es importante, yo había tenido una vida feliz, muy feliz, me sentía dichoso y agradecía cada día el hecho de tener a la mejor persona a mi lado, Elean. Llevábamos ya varios años juntos, desde el año 3214, vivíamos en un acogedor apartamento al oeste de La Ciudad. Yo trabajaba en el nuevo modelo de transporte autoaéreo del mercado, mientras que él se encargaba de la programación de androides para una gran empresa. Se suponía que todo estaba bien, por eso aun no comprendo cómo sucedió aquello, Talsira y Elean, la que había sido mi mejor amiga de toda la vida. ¿Cómo podían haberme hecho algo así?
Al principio, no sabía hacia dónde dirigirme, solo quería huir de allí, volé mucho tiempo hasta que la batería del autoaéreo se agotó y caí desde las alturas. Con suerte, ya había salido de La Ciudad, que ocupaba la mitad del continente y los árboles pararon mi caída. El mundo había sido reconstruido hacía ya muchos siglos por los humanos, dicen que en los tiempos antiguos la Zona Verde ocupaba todo el mundo y las personas se agrupaban en poblaciones de diferentes tamaños. No podía imaginarlo.
Me dolía todo el cuerpo. Desperté después de varios días inconsciente y descubrí que unas extrañas personas me habían estado cuidando.
Vivían en casas de varios pisos, construidas con algo que llamaban ladrillos y cemento y las había de distintos colores. Dentro vivían como los antiguos, tenían televisiones antiguas, con pantallas, hoy día para el entretenimiento se utilizan hologramas. Cocinaban ellos mismos la comida que algunos cultivaban dentro de la población. Incluso los ropajes que utilizaban los confeccionaban ellos mismos. Había oído hablar de estas personas, gente que cuando llegó la Era de la Tecnología decidió hacerse a un lado y apartarse de la evolución, pero pensaba que ya no existían, que solo eran leyendas.
Al parecer estas personas creían en un Dios y cuando me vieron caer del cielo con mi ropa blanca, creyeron que era un mensajero de ese Dios suyo, lo que ellos llaman ángel. Traté de explicarles de dónde venía y quién era, aunque me resultó muy difícil, ya que ellos hablaban una variedad antigua de nuestro idioma. Con suerte, logramos entendernos con el tiempo.
Cada semana, se reunían en un edificio grande, donde no había ventanas, en su lugar había vidrieras tintadas de diversos colores en las que se veían imágenes de su religión. Allí, permanecían una hora aproximadamente escuchando a un hombre y haciendo oraciones. También cantaban en coro, canciones polifónicas que entre aquellas paredes producían un eco que las convertían en una melodía de tales características que no pude evitar que las lágrimas se derramaran al escucharla.
En una ocasión, aparecieron una hermosa mujer vestida de blanco y un hombre bien dispuesto con un traje negro y allí, ante todos, se unieron en lo que ellos denominaban matrimonio, que es cuando una pareja se une ante su Dios, una especie de compromiso que debe durar toda la vida.
Ese mismo día, me senté frente a la chimenea de la casa en la que me hospedaba y contemplé el fuego. Después de ver aquello fue imposible no pensar en Elean. Hacía varios meses que me había ido y ya estaba habituándome a aquella vida, aunque echaba de menos volver a casa, pero no tenía muy claro cómo volver y no estaba seguro de si estas personas conocerían el mundo como era actualmente.
No me había dado cuenta de que me había dormido hasta que me desperté, había tenido un extraño sueño en el que veía una estrella que caía del cielo. Las estrellas no solían verse a menudo en La Ciudad, en la Zona Verde se podían ver cada noche, lo cual me resultó curioso. En una ocasión había ido a la Lanzadera para ver las estrellas con Elean. La Lanzadera es un lugar turístico situado en el barrio de Burton, que está equipado para salir del planeta y así contemplar el cielo desde el exterior. Nunca había visto nada tan hermoso.
Cuando les conté a aquellas personas lo que había visto en mi sueño parecieron asustarse, me dijeron que eso no era una buena señal. Aquello fue suficiente, quise entonces volver a mi hogar, pero cuando pregunté, tal y como sospechaba, ellos no sabían cómo. Simplemente habían puesto unos límites a su territorio y lo que había fuera de ellos lo llamaban la Zona Tecnológica, solo los que decidían irse y formar parte de la evolución llegaban a traspasarla.
A pesar de los ruegos y las súplicas de los vecinos de la población, tomé provisiones y salí para buscar La Ciudad. Estuve mucho tiempo dando vueltas en un aparato que andaba sobre ruedas con un motor muy ruidoso, el huésped que me había acogido durante tanto tiempo me lo había ofrecido para que no corriera peligro, lo llamaban coche y este se desplazaba por carreteras.
Conduje aquel aparato durante varios días, al principio me había costado mucho trabajo, pero ya había aprendido e iba con soltura. Después de descansar unas horas, volví a ponerme en marcha, fue entonces cuando encendí la radio y escuché algo terrible: “La tormenta solar más grande de los últimos siglos, llegará pronto a la Tierra. Los expertos aconsejan no salir durante todo el día de hoy, el material ignífugo del que están fabricados los edificios soportará la tormenta, como ha soportado todas las que ha habido siempre, el presidente ha transmitido su preocupación por la humanidad y ha pedido calma a los ciudadanos…”.
Había tormentas de este tipo al menos cada pocos meses, pero nunca una así. No era buena señal, una tormenta solar de grandes magnitudes podría destruir aquel material, aunque fuese muy resistente, ya que el Sol había aumentado de tamaño más rápidamente en los últimos años.
Y yo estaba en el peor sitio imaginable para aquel momento, no sobreviviría si no me aumentaba la velocidad. Así lo hice.
Perdido. No sabía dónde me encontraba. Cuando fui consciente de lo que había alrededor, ni siquiera recordaba cómo había llegado hasta allí. Recordaba conducir con más velocidad y luego nada. De pronto, encontré que ante mí se alzaba imponente, un gran arco de piedra, como el que había visto en mi sueño. Debía estar a una gran altura, porque un mar de nubes se extendía por todas partes y el cielo del azul más intenso parecía darme la bienvenida. De algún modo, a pesar de todo lo que me había sucedido hasta llegar hasta allí, sentía una inmensa paz.
Atravesé el arco.
Y entonces se hizo de noche. El color negro del cielo, manchado de pálidas estrellas era inquietante. No sentí nada más, hasta que vi que todas aquellas estrellas comenzaban a caer, poco a poco, el brillo iba desapareciendo, dejándome en la más absoluta oscuridad y supe que pronto llegarían más personas a aquel lugar. La paz me envolvía aun, pero podía notar en mi interior una gran tristeza, porque todo había acabado.
L.
Comentarios
Publicar un comentario